Tristezas y cabralidades
Víctor Casaus
El asesinato de Facundo Cabral ha producido una conmoción inmensa por la irracionalidad del hecho y por las características de la víctima: un autor de obra personalísima y sostenida a lo largo de décadas en la que conviven el amor y el humor, la crudeza y la ternura. Su vocación libertaria convirtió a Facundo Cabral en un compañero en el viaje interminado (interminable) hacia la utopía.
Por eso en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, territorio donde han estado presentes durante estos años todas las generaciones y tendencias de la nueva trova cubana, hemos condenado la brutalidad y la irracionalidad de ese crimen de lesa cultura, de lesa humanidad, de lesa imaginación.
En lo personal, si eso existe, también he compartido la sorpresa, la angustia, la rabia y la conmoción que ha ocasionado el asesinato de este artista a tiempo completo. Disfruté y reflexioné a partir de sus canciones desde muy temprano. Llegaron entonces en casetes pasados de mano, en copias de copias que los poetas o los trovadores amigos habían obtenido de igual manera. Como en el caso de Les Luthiers, conocimos la importancia de la belleza y de la inteligencia de sus obras sin haber visto aún el rostro de su creador.
Rigoberta Menchú ha dicho que a Facundo Cabral lo ha matado el fascismo. En el país donde se cometió el crimen se investiga para aclarar los hechos. Se dice que el ataque criminal no estaba dirigido precisamente al cantautor. En todo caso, la bestialidad del procedimiento asesino, la impunidad con que fue perpetrado y el balance terrible de su cuerpo balaceado, le otorgan a este acontecimiento trágico la fuerza y la significación de una metáfora de nuestro tiempo.
En un mundo donde la vida ha perdido todo valor en muchas de sus regiones el asesinato de Facundo Cabral se nos muestra como una triste metáfora de nuestra época. La belleza y la inteligencia arrasadas por la violencia y la barbarie. Facundo Cabral cantó también, desde su pasión libertaria, contra esa forma de barbarie. Él y sus canciones representaban –y representan– la vida. Por eso, en realidad Facundo Cabral era y es de aquí y de allá, del territorio de la búsqueda de la justicia. Y por ello seguirá, incluso después de los fusiles de asalto que lo emboscaron, en el camino común hacia la utopía. Ahí seguimos, ahora entre tristezas y cabralidades, tarareando sus canciones memorables y admirando y compartiendo su pasión libertaria.
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