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Estados Unidos pisotea a la ONU en la guerra contra Libia
Por Elías Argudín Sánchez
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| Una bomba de un avión de los invasores occidentales estalló entre los vehículos pertenecientes a las fuerzas leales al coronel Muammar el-Gadafi durante un ataque aéreo el domingo en una carretera en las afueras de Bengasi. Foto: Reuters (Tomada de Cubadebate) |
El inquilino de la Casa Blanca se está esforzando mucho para emular con el sanguinario Bush en eso de prolongar y hacer más dramático este triste período de la humanidad signado por el ritmo de los tambores de la guerra.
Empezó la intervención militar en Libia y ya mueren decenas de miles de civiles, incluidos niños y ancianos, que jamás tuvieron arma alguna en sus manos y mucho menos hicieron daño a ningún norteamericano
ni francés o cualquier otro habitante de los países miembros del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Pero empezó la guerra contra la nación norteafricana y dígase lo que se diga los motivos reales huelen a ambiciones petroleras.
La poderosa alianza occidental monta otra escena real que debería apenar a la especie humana. Otra escena de bombas, cadáveres, llanto, ciudades destruidas…, con el pretexto de resolver un asunto que solo compete a libios dirimir.
A lo guapo, en asombrosa e inaceptable decisión, el Consejo de Seguridad de la ONU, ha aceptado la mentira y proclamado la legitimidad de la guerra, con lo cual otra vez pisotea la paz, y abre banderín para que la maquinaria militar sirva de arma a los intereses y la política estadounidenses.
Es verdad que la gran mayoría de los estados y habitantes del planeta no están de acuerdo con la espiral de violencia que engendran Estados Unidos y sus aliados con sus respuestas militaristas ilegitimas, pero se impone levantar voces, movilizarse, dar un no rotundo y universal que los paralice.
Que nadie se llame a engaños, aunque simule estar un tanto al margen, fue Estados Unidos quien promovió los ataques, los instiga y tras bambalina dirige las acciones.
Ya se repiten las mismas imágenes de dolor y desastre que también tuvieron –tienen- lugar en Iraq, Afganistán, provocando rabia en las personas amantes de la paz y la solidaridad.
Lo ha dicho Fidel en múltiples ocasiones: las armas no pueden ser en ningún caso la salida a los problemas actuales de la humanidad. Los bombardeos, los cañonazos pueden matar a los hambrientos, a los enfermos, a los analfabetos, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades ni tampoco a la ignorancia. Tras el fuego y la metralla, queda el dolor, el odio, las ansias de venganza.
Los ciudadanos del planeta queremos vivir en paz y no podemos hacerle el juego a los halcones de la guerra, pero se impone hacer que los organismos internacionales encargados hagan su papel y regulen los conflictos en lugar de servirle a una o unas cuantas superpotencias que se abrogan el derecho de hacer la ley en todas partes.
Si seguimos pasivos, cruzados de brazos, Washington y sus amigotes nos conducirán primero a la esclavitud y luego terminarán por aniquilar la especie y el planeta.
Es menester que los miembros del Consejo de Seguridad dejen de ser ilusos, a Estados Unidos no le interesa el destinos de los pueblos, la vida a demostrado con creces que los yanquis siempre se han comportado como una potencia imperial solo con ojos para sus propios intereses.
A la calle pues, hagamos temblar plazas y avenidas. Digamos no a la intervención en Libia.
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